Sobre criar niños tengo algo muy importante que decir: No Es Fácil! Al contrario, es Muy Difícil. Pero, sin tratar de desconocer esto, tampoco podemos predisponernos y asumir la crianza como una batalla donde gana el que se impone con más gritos y más terquedad.
La crianza vivida como una lucha de poderes, es ya de por sí un problema. Qué tal si vemos la crianza como una construcción, donde los padres y los hijos van alimentando la relación, donde pueden haber consensos, participación, acuerdos y sobretodo comprensión y respeto.
Pero es que es muy difícil…
Cada niño tiene su propio temperamento. Y en el caso de los niños pequeños, ese carácter está cómo a flor de piel. Es decir: la sensibilidad es a todo dar, el mal humor llega a ser mucho más que una cara amarrada y la tolerancia a la frustración todavía no existe, por lo que la frustración se hace gigante a veces.
Ahí es cuando nosotros como padres tenemos que auxiliarlos y enseñarles. Pero cómo hacemos esto cuando en lugar de tomar las riendas y auxiliar al niño en su frustración, nos ahogamos en ella y terminamos nosotros más frustrados que los mismos niños? Es imposible, no?
Aunque no sabemos lo que hacemos… tiene que parecer que si.
Imagínense que están en un taxi en la autopista y de pronto el conductor comienza a ponerse nervioso, no sabe qué hacer, llora, grita, se desespera. Sé supone que es él quién sabe manejar, quien los lleva hasta su destino y está a cargo en ese momento. Uds no se pondrían nerviosos, tensos y asustados?
Esto es exactamente cómo se sienten los niños cuando los padres perdemos el control de una situación y gritamos, nos desesperamos y perdemos los estribos. Y está bien, somos humanos, de vez en cuando podemos errar y perder el control; pero en general, sobretodo frente a niños pequeños, ellos necesitan sentir que el adulto está al mando de la situación. Que si ellos pierden la paciencia por algo o se frustran, el adulto va a poder enseñarles a recuperar la calma y entender de manera más asertiva lo que les sucede.
Es que a veces pierdo la paciencia y le doy!
Ya lo mencioné más arriba, somos adultos, no perfectos y a veces cometemos errores. Pero en la crianza respetuosa es importante ser empáticos y pensar en cómo se siente nuestro hijo. Entonces, demandamos que el niño se comporte, que se controle, que no le pegue a su hermanito o al amiguito, que haga caso, pero nosotros sí podemos perder la paciencia y pegarles? No tiene mucho sentido, no?
Es decir, yo que soy el adulto, no me controlo y te pego, o te grito, o te ofendo, pero tú que eres niño no puedes perder la paciencia, ni hacer una pataleta, ni pegarle a nadie…
Si bien en la crianza respetuosa no hay fórmulas mágicas o infalibles, se trata básicamente de tener sentido común a la hora de criar a esa personita que más adelante le tocará interactuar con otros, respetar a otros, trabajar, estudiar, etc.
Se trata también de no hacerle al niño algo que no nos gustaría que nos hicieran a nosotros. De respetar su integridad como persona.
Pero es que se ha puesto muy malcriado!
Justamente cercano a los 2 años esto de criar, se comienza a complicar. Por qué? Porque ya dejamos de tener un bebé que sólo ríe y llora cuando necesita algo. Ya después de los 18 meses el «bebé» comienza a tener mayor autonomía, quiere jugar, correr, separarse un poco de nosotros. Se dan cuenta además de que pueden decir que no, que pueden exigir cosas y que es muy divertido salir corriendo y jugar.
Pero lo que ciertamente aún no han aprendido es a modular sus afectos. Por eso las famosas pataletas de los «terribles 2», los gritos, los llantos, las mordidas y los juguetes volando directamente hacia nosotros.
Es esta la edad donde debemos agacharnos al hablarles. Donde tendremos que explicar lo mismo una y otra vez, varias veces por día. Es el momento en que nuestra paciencia se pone a prueba para tratar de contener esa pataleta que no tiene mucha razón de ser.
Pero también es el momento de que nuestros hijos entiendan qué hay límites que no se pueden negociar. Y que desde esta edad, o incluso antes, sepan que en nuestra familia hay cosas que simplemente son así y deben respetarse. Por ejemplo, la silla del carro es No Negociable, vas ahí por tu seguridad y debes ir bien asegurado con el cinturón.
En casa debemos tener ciertos puntos importantes para nosotros y nuestra cultura que sean de algún modo Inquebrantables. Estos van a depender mucho de nuestra rutina y nuestra familia, pero lo importante es que, cuando se trate de ellos, realmente nuestros hijos sepan que no hay negociación válida. No es que hoy te monte en la silla del carro y mañana no, y otro día cómo estabas llorando tampoco, pero ayer si.
Los límites no se adaptan a nuestra conveniencia, se adaptan a nuestros principios y por ello, no deben ser modificables.
Efectivamente en la vida pueden haber negociaciones y esto es importante para que nuestros hijos también sientan que tienen cierta autonomía y voz y voto, pero cuando se trata de límites, de esos que constituyen nuestros principios como familia y que serán los que permanezcan a largo plazo, en esos no hay negociación.
Entonces es importante respetar al niño como persona que es. Tener coherencia entre lo que exigimos y lo que hacemos. Mantener los límites y la rutina como soportes para darle estructura a nuestros hijos. Y por último, pero no menos importante: ponernos en su lugar y ofrecerles cariño y contención.
Gracias!!! Espero sus comentarios.
Joana Alenso.